supongo que creéis que aquello ayudó. que un regalo y las manos entrelazadas arreglarían las cosas entre nosotros. pero había vuelto el silencio, más intenso que antes. tan denso que habríais podido untarlo en el pan y coméroslo. hay silencios que ni las palabras pueden ahuyentar. y, aunque me tocaba la mano, no me la sujetaba. hay un mundo de diferencia.
tú ganas. el amor es ciego, y sordomudo. jamás volveré a poner en duda tu sabiduría.
acceso directo a un detalle acertado seguido de una amplia sonrisa a cámara lenta.
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