bienvenido al misterio.

no duermas para descansar, duerme para soñar. porque los sueños están para cumplirse.



miércoles, 3 de abril de 2013

no quiero ser otra ola en medio del océano.

click si alguna vez has necesitado un hombro para llorar, y no te ha importado si la persona que te lo ofrecía era o no era un soldado.

¿te puedo contar algo que me ha pasado? estaba en el centro comercial, porque es allí donde voy últimamente. durante las últimas dos semanas, he estado yendo cada día, intentando averiguar por qué la gente va allí. es una especie de proyecto personal.
había un niño pequeño. tendría unos cuatro años, no estoy segura. estaba llorando muchísimo y no paraba de llamar a su madre. debía de haberse perdido. entonces, vi a un chico que podría tener diecisiete años. nunca lo había visto antes. en cualquier caso, este chico con pinta de tipo duro, chupa de cuero, pelo largo y todo, se acercó al niño pequeño y le preguntó cómo se llamaba. el niño pequeño respondió y dejó de llorar. entonces, el chico se alejó con el niño pequeño. un minuto después, oí que el altavoz le decía a la madre que su hijo estaba en el mostrador de información. así que fui al mostrador para ver lo que iba a pasar.
supongo que la madre llevaba mucho tiempo buscando al niño pequeño, porque vino corriendo al mostrador, y cuando lo vio se echó a llorar. lo abrazó con fuerza y le dijo que no volviera a escaparse de nuevo. entonces, le dio las gracias al chico que los había ayudado, y este lo único que dijo fue:
-la próxima vez, vigílelo mejor, joder.
y después se alejó.
el hombre de bigote que había detrás del mostrador de información se quedó boquiabierto. la madre igual. el niño pequeño se limpió los mocos, levantó la vista hacia su mamá y dijo:
-patatas fritas.
la madre bajó la mirada hacia el niño y asintió, y ambos se marcharon. así que los seguí. fueron al lugar donde estaban los puestos de comida y compraron patatas fritas. el niño pequeño sonrió y se puso perdido de kétchup. y la madre seguía enjugándose las lágrimas entre calada y calada de su cigarrillo. yo no paraba de mirar a la madre, intentando imaginar su aspecto cuando era joven. si estaría casada. si su hijo habría sido fruto de un accidente o planificado. y si aquello cambiaba algo.


vi a otras personas allí. personas mayores sentadas a solas. chicas más jóvenes con sombra de ojos azul y mandíbulas extrañas. niños pequeños que parecían cansados. padres con abrigos buenos que parecían todavía más cansados. chicos trabajando detrás de los mostradores de los puestos de comida que parecían haber perdido las ganas de vivir hacía horas. las cajas registradoras seguían abriéndose y cerrándose. la gente seguía dando dinero y recogiendo su cambio. y todo me resultó muy inquietante. así que decidí buscar otro sitio adonde ir y descubrir por qué la gente va allí.

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