es como uno de esos días de invierno en los que hace tantísimo frío en la calle. eso no quiere decir que sean menos bonitos que los días de sol o de calor, o que no puedan disfrutarse de la misma manera en que disfrutarías de ellos. hay miles de cosas que puedes hacer un frío día de invierno que no puedes disfrutarlas en un día de verano o de calor. puedes beber chocolate caliente hasta entrar en calor, o tumbarte en el sofá enroscado alrededor de una manta. puedes ver llover desde el cristal y ver cómo se va empañando poco a poco por el frío que hace fuera de casa. otra cosa que puedes disfrutar un día de invierno y no uno de verano es la agradable sensación de pegarte a un radiador y sentir que está caliente, o el alivio y el calor que te invade cuando te metes en la cama por la noche. también puedes salir con gorros, bufandas y guantes de casa, quejarte del frío, abrir el paraguas bajo la lluvia y olvidártelo en cualquier sitio. hoy alguien me ha dicho que los paraguas están hechos para ser olvidados en todas partes, y me ha parecido algo tan cierto que tenía que compartirlo.
pero sin duda, lo que más me gusta ver un día como hoy, y lo que más miedo me da sin ninguna duda es el mar. también el mar se enfurece durante el verano, pero si el cielo está de color azul y hace sol y calor, uno no se lo toma tan en serio. hay que ver el cielo gris cada vez más oscuro, escuchar los truenos y sentir la lluvia y la salpicadura del agua salada en la cara para darte cuenta de la fuerza que tiene el mar, y lo precioso, destructivo y peligrosísimo que puede ser, especialmente, en un día de invierno.
acceso directo a cuarenta y ocho minutos de contemplar la lluvia golpeando en un cristal con una manta alrededor de los hombros y una taza de chocolate caliente en la mano.
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