sí, pensó, realmente servía retirarse allí arriba. tener una nueva perspectiva, un nuevo ángulo de visión. y la sensación de incontenible, absoluta libertad. incluso aunque se engañara a sí misma: por el momento quería creer en ello, ser como las gaviotas, como la espuma de las olas, como el viento sobre la inmensidad del mar.
-¿molesto?
ella se sintió tentada de decirle que sí, pero después se le ocurrió que no la molestaba en absoluto, que incluso se sentía agradecida por su cercanía. esa sensación resultaba casi más extraña que el anterior impulso de precipitarse al vacío.
acceso directo a una tarde tranquila, sin que nadie te moleste. de esas que tanto se echan de menos en esta época del año.
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