hoy, después de un tiempo sin escribir (sí, necesitaba un descanso) he decidido volver. para hablar de un sentimiento maravilloso que todos hemos experimentado alguna vez: la euforia.
la euforia. la simple palabra ya es bonita: euforia. ese sentimiento que raras veces experimentamos. ese sentimiento que nos hace levantarnos dos metros del suelo. la sensación de libertad en su grado máximo. ese sentimiento que dura unos segundos, pero que nos hace pensar durante horas. esa sensación de saber que el mundo es tuyo. experimentamos la euforia cuando hacemos algo bueno de forma inesperada, cuando algo bueno ocurre que no estaba previsto. cuando el alcohol se empieza a instalar en nuestras venas, cuando no tienes nada que perder. cuando quieres que alguien se fije en ti, y lo consigues. cuando tienes que dar lo mejor de ti mismo y das más de lo que pensabas que eras capaz. cuando el viento sopla a tu favor. y gritas, echas la cabeza hacia atrás, sientes una oleada de calor dentro de ti. y por un momento olvidas todo lo malo que te ha pasado en la vida, los nombres de las personas que te han hecho daño, las fechas que te hacen recordar una mala experiencia, la gente que no quiere verte feliz, los errores que has cometido a lo largo de tu vida... y disfrutas. son unos segundos. tal vez diez, tal vez veinte. rara vez llega a un minuto. pero ese momento es tuyo y nadie puede arruinártelo. esa es la euforia, compañera inesperada de tu viaje, pero siempre bienvenida, recordada y anhelada.
-oye, ¿por qué no tienes novia? eres muy divertido y estás muy bueno.
-lo sé.
-¿no quieres estar enamorado?
-ya he estado enamorado. es doloroso, inútil y está sobrevalorado.
acceso directo a una tarde tirada en el sofá sin hacer absolutamente nada.
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